Melancolía



 

Decía Aristóteles que “todos los hombres que se han distinguido en la filosofía, en la política, en la poesía, en la ciencia, han sido melancólicos”. Quizás porque cualquier hombre con porosidad a la  vida y un mínimo de sensibilidad  hacia el misterio capta que aquí no lo tenemos todo, que vamos de paso y que la melancolía es como “un alivio del luto del sentimiento”. El banco, las flores, la farola y el pueblo dormido del paisaje tienen un deje de esa languidez y sabor en el alma que dejan las cosas quietas. A veces nos entra melancolía porque no somos capaces de parar el tiempo y contemplar el silencio. Si continuáramos en esa contemplación, quizás intuiríamos detrás una inefable zona de alegría.