El bostezo



 

         Al pobre chaval, tan serio con sus gafitas,  le han despertado demasiado temprano, a pesar de ser domingo, para tocar con la banda detrás del paso de la Virgen, que, cuajada de flores, está a punto de salir del templo para recorrer solemnemente las calles de la villa. Que hoy es fiesta grande y de misa mayor y  de chocolate con churros en la plaza. Mi cámara le sorprendió en un bostezo casi más grande que él,  el más menudo de los músicos municipales, sobre todo en comparación con su compañero el del trombón de detrás, quien bien podría llevarlo en  borricate. Pero ¡qué orgulloso va a desfilar el pequeñín aporreando su tambor entre los relucientes clarines de la mañana! ¿No son como un milagro de armonía estas bandas populares donde no importa la diferencia de edad, ni de sexo ni de estatura? Les une sólo la música, una música de fiesta y sol al alcance de todos.