La castañera



Las castañas evocan el frío del invierno, su calor en las manos, el humo de  olor característico, devolviendo a la ciudad días de niño, tardes de cine y pasamontañas. Y allí estará también la castañera que Panero veía “con la Plaza mayor de sus pupilas intensamente sola” Y como él dice, “estará sentada a la diestra del Padre, y no habrá nieve, ni cellisca perpetua contra el rostro cansado del domingo”. La castañera pone un punto de hogar en la frialdad de nuestras calles y plazas, un cucurucho de ilusión en nuestras andaduras de adultos apresurados en busca de no se sabe qué. Párate ahora y mírala como tu hermana, y gástate un par de euros en castañas y deja que el tiempo pase para que tu corazón no se quede anclado en el invierno.