El seiscientos
Fue el primer coche para muchos españoles. Pequeño, coqueto, sencillo y utilitario,
nos bautizó a muchos en la sensación de libertad que es conducir. Nos llevaba al
trabajo y nos comunicó con el mar, la montaña, el campo. Aguantó acelerones y maltratos,
y acompañó muchos sueños, urgencias, amores, miedos, partos, despedidas, escapadas.
Ahora el Seiscientos --parece mentira--, es casi un objeto de museo. Lo han sustituido
automóviles mucho más ostentosos, potentes y agresivos, que simbolizan el estatus, el
orgullo y las apetencias del hombre de hoy, cada vez más competidor y agresivo. ¿Y
nosotros? Como la gente de la acera, seguimos pasando y buscando insatisfechos alcanzar
un destino que las cosas no pueden proporcionarnos. Y ellas nada serían, si nosotros no
les prestamos un poco de alma: lo mismo un árbol que un Seiscientos.