Todo el mar para ti
La playa está desierta y el mar es para él solo. Quizás dentro de un rato venga la invasión de bañistas y con ellos los gritos, las meriendas, la falta de silencio y sitio para escuchar y contemplar el mar. Mirarlo es evocar la urgencia esencial de horizonte, su ansia de infinito. Escucharlo, oír la nana universal con que el universo nos invita a descansar y armonizar nuestros sonidos interiores con el Sonido primigenio. Móvil y quieto, repite la estrofa que declama el tiempo en su fugacidad y permanencia; verdiazul, el cambio continuo de nuestra policromía interior. Si paramos un instante, respiramos hondo, y fundimos nuestra conciencia con ese mar de todos y mío entero, quizás descubramos, que, sin saberlo, siempre lo habíamos llevado dentro.