El negocio princial



En la era de las multinacionales, la globalización y los petrodólares, ella no tiene más tienda que la calle ni más existencias que las que se ven: unas manzanas, flores de plástico, algunas labores de ganchillo, algarrobas y pocas gallinas, eso sí, vivas y coleando. En la variedad está el gusto. Son sus Grandes Almacenes, sus Department Stores, su Corte Inglés en miniatura. Uno se pregunta cómo puede subsistir si no es por los huevos que le pongan las gallinas, mientras no las venda. Eso sí, se la ve tranquila, orgullosa de su mercancía y posiblemente con mayor paz interior que el director general de una poderosa cadena de supermercados. Decía nada menos que el viejo filósofo Platón: “El negocio principal del hombre es vivir y acabar de vivir de manera que la buena vida que tuvo y la buena memoria que deja sean su mejor urna y  epitafio”. Hoy en cambio se diría que el hombre prefiere la angustia del mucho poseer a la paz de simplemente ser.