La pesca milagrosa
-Con esos
precios, Pepe, ya no hay quien compre pescado.
-¿Qué quiere, señora? Estos son de verdad, no de piscifactoría.
-¿Le pongo salmonetes? Mire, están vivos.
-Lo del euro, Pepe, es una ruina… Antes con quinientas pesetas una tenía para
todo.
La señora sacó sus monedas y se llevó el brillante don de la mar. ¿Qué pagó? ¿La dura noche de brega de los pescadores? ¿Los gastos del armador? ¿El porcentaje de los intermediarios y transportistas? ¿La pequeña diferencia que le queda al pescadero? Todo eso pagó, pero nunca el regalo libre de la plata escurridiza que nada en las aguas profundas, el misterioso y plurimórfico secreto de vida que oculta el mar. Y es que, sin darnos cuenta, nos hemos habituado al milagro mejor, el de cada día.